martes, 29 de marzo de 2011

Dulce Condena


Dulce Condena

Aquí tienes la hoja rota en la que se ha convertido mi existencia:
Puedo verme como un león que se ha resignado al cautiverio. Era un ser libre y he caminado gustoso hasta mi jaula.


Las líneas de este papel representan los barrotes de mi prisión.
Aquí, tengo comida segura y un techo dónde refugiarme, pero me han cortado la melena.

¿Por qué lo hice? ¿Por qué conducirme a mi condena? No tengo excusa.
Perdí de vista de pronto mi lucero, mi luz de luna; una nube gris cubrió mi horizonte y sentí miedo a la oscuridad.

He conocido la libertad, la fuerza de seguir mis sueños, de perseguir mis ideales: te conocí y aún no me hago a la idea de estar aquí encerrado.

Me fue más cómodo volver a un refugio en el que me prohíben rugir, que luchar por ti y vivir en la incertidumbre y la duda de algún día tenerte.
¿Ahogaré mis rugidos durante la noche?

Mitigo esta pena y el dolor de tu ausencia mirando el reflejo de la Luna en mi plato de agua.
Muero lentamente por el frío de esta distancia que está colándose en mis huesos.

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