jueves, 14 de febrero de 2019

Sin un adiós.


En medio del delirio, la soledad y la noche, me encuentro lidiando con el recuerdo y el deseo. Una ansiedad tremenda que me impide cerrar los ojos y una tristeza que calcina los huesos.
Tu fotografía me hiere, al tiempo que me hunde en el insomnio y el cansancio de saber que no vendrás.
¿Por qué te fuiste sin decir adiós? ¿Qué es lo que hice mal? Tal vez fue el miedo a mostrarte mi fragilidad.
La noticia de tu partida al horizonte de mi abismo, me dejó helado y no lo comprendo. Mil días fuiste un pez elusivo y así concluyó la breve coincidencia de nuestros caminos: eludiendo la posibilidad de estrecharte fuerte y no dejarte ir.
Hay mucho en mí que nunca te dije, y ya no hay tiempo. Sólo me resta contemplar el sendero que a tu paso iluminabas; sólo resta esperar que en la otra vida nos encontremos.

Mis días no se calentarán más con el fulgor de tu sonrisa y la helada guadaña que te apartó de mi, será mi sentencia más anhelada. Me queda desearte un buen viaje y por supuesto, reservar para mi último suspiro, las letras de tu bello nombre.

viernes, 23 de marzo de 2018

Descubrimiento

Al abrir los ojos, se encontró con una habitación vacía. Es cierto que hace algunos años ya había habitado en ella, pero los sucesos recientes le impedían sentirse de nuevo en su hogar.
Es probable que le dejara todo al tiempo, que éste se encargara de poner las cosas en su lugar, pero la ansiedad, la tristeza y el hastío hacían mella en su pecho que un día creyó de acero.

Ya era demasiado tarde para arrepentirse, pero la condena y la culpa lo erosionaban día tras día. Ni siquiera las largas noches ante el monitor, o las pastillas podían sacarlo del abismo. El daño había sido grave.

Se preguntaba cuánto tiempo podría resistir así. Quizá no mucho. O quizá se tornara en un ente vacío, carente de sentimientos positivos, auto exiliado en la constante duda de un negro amanecer.

Los alimentos no le daban mas que un placer efímero, y el onanismo le resultaba carente de sentido, se estaba volviendo inmune a los estímulos de cualquier tipo y sólo quedaba el miedo. El miedo a desaparecer en el silencio.

A diario ponía música, en cualquier dispositivo disponible, para callar las voces en su cabeza, voces que le repetían su mala suerte, o sus malas decisiones. Trataba de ponerles un alto. Pero al llegar la noche, y cuando todos dormían, él volvía a su valle del silencio, y se consumía lentamente en las brasas de su error.

Tenía que lidiar con los rostros de quienes le esperaban emocionados, expectantes, dichosos y orgullosos de saberse dentro de su círculo, los mismos que desconocían sus crímenes y por tanto no le condenaban o reprochaban sus acciones.

Era un falso estandarte de rectitud, de humildad y de lealtad, siempre dispuesto a tender una mano a cualquiera que lo solicitase, como expiación de su verdadero deseo de soledad. Muchas personas lo veían como un ejemplo a seguir, otras con envidia, pero siempre daba de qué hablar, se había convertido en persona pública, y su imagen era la de un buen hombre.

Mas por dentro estaba desmoronándose, en la vorágine de sus pensamientos y en un incesante rumor de pasos que lo conducirían al Olvido. El espejo le obsequiaba  un rostro al que desconocía, un hombre que no era él, o al que no recordaba. No sabía cuándo se había disuelto su voluntad y cuándo o cómo había perdido el horizonte.

Vagaba como barco a la deriva, satisfaciendo los anhelos de aquellos que le increparan, sin ser capaz de negarse, y la inanición lo desollaba con cada latido, pero proseguía a paso firme, con la cabeza en alto, lo que le daba un aire jovial, aunque no tenía una idea de lo que iba a ocurrir con sus restos el día que el polvo lo consumiera.

martes, 10 de enero de 2017

Dondequiera que estés



Dondequiera que estés
Han transcurrido algunos años desde el día en que te escribí. Quizá no sabría cómo hacerlo una vez más, quizá los recuerdos me traicionen, se hayan modificado o simplemente ya no sean fidedignos. No lo sé. Un vaso de whisky me acompaña en esta noche lluviosa, una habitación vacía y algunas fotografías de momentos que se han eternizado en mi memoria.

¿Te recuerdo? No estoy seguro de cuáles imágenes sean reales y cuáles sean parte de alguna fantasía irrealizada. Tu rostro sigue diciendo tanto sin que tu voz se escuche dentro de estos muros. Trato de sobrevivir al camino que se bifurcó.

La caída ha sido abismal. Perdí el gusto por las letras y no he logrado encontrarlo. Sigo en pie, pero desconozco el tiempo que queda. Mi alma se fue contigo en el último beso que jamás me diste. El dolor se marchó pero la sensación de tus dedos rozando los míos persiste.

“De pie, no es el fin del mundo, ya verás” alguien que me observó derrumbado en el suelo dijo. Se equivocó cabalmente: con tu adiós se acabó el mundo colorido del que hablan los poetas, es día que no he logrado conciliar el sueño, y sigo a la espera de que llegue el sueño eterno para que en otra vida volvamos a estar juntos.

Pero, no entiendo, he tratado de proseguir mi camino, de crear otra vida, y no lo consigo, tu rostro inamovible permanece alterando mis latidos. Te has tatuado hasta la eternidad en mis latidos y no lograré alejarte de mi ser hasta el último día.
Dicen que algunos tipos tienen toda la suerte, es probable. Porque fue un golpe de suerte el encontrarte como tierra preparada para plantar la semilla. ¿Qué diablos estoy diciendo? Muero de envidia, si al menos lo supieras.

Es absurdo, no hay hora en la que no te piense y pensar que pudimos pero ¡no lo hicimos! Hoy te encuentras en otros brazos y yo sigo añorando lo que nunca fue. ¡Hasta siempre Dulce Luz de Luna! ¡Hasta el día que decidas volver! Al fin que nada dura para siempre y algún día sabrás que sigo besando tus sombras, esperándote.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Serás la luna


 Adverso el presente que me auto regalé. Debo continuar a través de este sendero que sigue paralelo a tus pasos. A pesar de la confusión de mis sentidos y la bruma que trastorna mis latidos.

Te llevo conmigo y te he llevado desde el día en que tu mirada inundó mi esencia.

Y persiste en la memoria cada instante, cada nota, cada gesto.

Sigo esperándote en el andén abandonado que me lleva a tu mirada. Algún día volverás los ojos y estaré consumido en cenizas. Seré polvo en el viento mientras esta vida corroe mis huesos, mientras sigo con mi vida.

Me hace daño tu nombre, pero estás atada a cada una de mis células. Estás en mi respiración.

Pero es un secreto a voces que te amo más allá de mí. Eres eterna e inalterable, como el mismo tiempo que diluye mi presencia.

Serás la luna que ha de acompañar mis noches oscuras y seré el lobo que ha de cuidar tus pasos, hasta el final.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Pasará

Pasará
“Somos prisioneros aquí, de nuestro propio dispositivo… puedes checarlo cuando quieras, pero jamás podrás salir” The Eagles

Se asoma el sol por la ventana, al mismo tiempo escucho el ruido de perros emocionados por la llegada del mañana, ese que nunca llega porque está presente en cada una de mis células, ese que me acompaña desde mi nacimiento y se aloja en mi cerebro.
Emito un S.O.S. que nadie escucha, nadie está presente. Observo mi cama y el filo de tu piel me hace suspirar. ¿Seré inmune al calor de tu cuerpo? Es posible. Después de meditarlo, te veo dormir, aún es temprano.
Al mirarme al espejo recuerdo tantas cosas, tantos momentos: hace algunos años, hace un mes, ayer, hace un segundo. Que gran error ha sido creer que seremos eternos; el tiempo me alcanza y me cansa poco a poco y no poseo el control. ¿Será una venganza cerebral?
Camino lentamente hacia mi propia decadencia, a mi propia muerte, en una rutina que constantemente termina y se repite a lo largo de mi vida. Desisto y me quedo quieto, no he notado que aún no son ni las seis y estoy desnudo. ¿Quién iba a decirlo? ¿El corazón?
Hoy dice el periódico lo mismo que ayer: nadie habla de sus pasiones, nadie habla de ti ni del embriagante vino de tus labios; todo es muerte, desolación, un pobre diablo que padece de insomnio en las calles, sobresaltos en las carteras que en su mayoría están vacías, curiosos bichos que escriben eventos y circunstancias que sólo después de ti son verosímiles, manos desgarradas, borrachos obsesos de amor, escenarios fríos. Suena muy cruel, pero una roca se estrella en el papel, efímera ortografía del cielo y la tierra, guerras que no valen la pena para los que las pierden en el silencio de un beso.
Manos que corren al ordenador, nombres que se repiten, páginas saturadas, llenas de vicios, de pornografía, de erotismo y de banalidades, llenas de todo el conocimiento y de nada que abarcan todo y que enseñan sin decir palabra; balcones cubiertos de lluvia, que me dictan cómo vivir, cómo no hacerlo, ideas de pertenencia sobre algo que no existe.
Aburrido, casi no veo a nadie: Vorágine de paredes sin fe, utopías actuales que fueron sueño de mil padres, humo e intento de juramentos, igualdad de caracteres, ausencias latentes, enésima autobiografía que no sirve de ejemplo, de males sin cura y de una duda sin censura más grande que el mar.
Es terrible no despegarse del monitor, regente, y director de mi orquesta; al apagarlo ¿vulnerarán los mandamientos de la humanidad? O es sólo su desprecio por aquello que no es útil. Arrojo mi celular a través de la puerta y carroñeros velozmente lo recogen. ¿De dónde han salido?
En mi ser, una obsesión por develar los secretos de mi historia, por encontrarte en una plaza y alguna otra casualidad. ¡Que sorpresa que al mirarte, aún conserves ese encanto en tus ojos, esa sonrisa tan especial que es más radiante en persona, que no se parece en lo absoluto a la de tu perfil social!
Al abrir tu boca me das la libertad para llorar, para no sentirme solo en esta ciudad tan llena de personas, de gente que no desea escuchar; de hombres y mujeres que se repiten todos en un cuarto de hora, que encuentro en las calles, en el café, en la oficina, en el transporte público y aún así no los conozco, que tienen aún mucho qué decir, que al igual que yo se sienten solos.
Y aún entre el whisky, percibo las risas fingidas de quienes creo conocer, fiestas efímeras, convivencias absurdas, charlas bajo un cielo cubierto de smog, reflexiones de hacia dónde se dirige mi vida. Música estridente, vidas que transforman, que trastornan, que vienen y van, meriendas y antros, bares cubiertos de Verdad. No hay capitanes que dirijan a la Alegría, ¿podrás volar? ¿Cómo es volar al más allá en tiempos de primavera?
Nada me deja más en soledad, que tu alegría si se va, qué me importa que lleguen cien mails, que suene mi celular, que dejen veinte o treinta comentarios en las páginas de mi red social; si tus lágrimas llegan al fondo de mis ríos.
¿Adaptarme al frío? Asesinos en el cine, violadores en la televisión, bla bla, sueños equivocados, pesadillas aceptadas como lo más común. Besos que mueren antes de nacer. Denuncias, malos tratos, acostones entre la razón y el deseo, cosas de enamorados, una última guerra con mandos a distancia, ¿vale redundar que llueve sobre mojado? ¡Ya somos demasiados!
El sol es incapaz de curar el frío de tantos huesos. Todo el año llueven niños con miradas de adultos sin ilusión y sin sueños, individuos, un número creciente de masas sin forma, que se unen a la intangible marea de la raza humana, personas que no desatancan, que sacan sus garras y resuelven con odio acciones de odio mismo, deportes, medallas, villas olímpicas de vidas claustrofóbicas.
Cosas y más cosas, vestidos, panes acartonados, miel artificial; uno y cientos, millones de esclavos del reloj, pasajeros de un taxi que no va a ningún lugar, años que se escurren entre mis dedos, poetas muertos, canciones huecas, llenas de vida, sueños y deseos irrealizables por ser tan grandes.
Modas que no se usan ya pero que seguramente volverán, cantos y oraciones a dioses sordos, gritos de desesperación, y falsas esperanzas por héroes que nunca llegan; preocupaciones tan idiotas como el final de esta novela, artistas que ya no son de barro, que son de plástico, ataúdes vivientes, hermosos por fuera y podridos por dentro, letrinas en las que nos sirven alimento.
Bancas de parques vacías, trenes sin destino, aceras sin sitio para estacionarse, regalos sin abrir, cartas que jamás se leen, buenos momentos y nostalgias por todo lo que ya se fue. Seguiré contigo o sobre ti, no me importa, lo que deseo es sobresalir. En mi vida ya no hay lugar para ti.
Pero ojalá, si alguien te ve, luzcas mejor, porque de ti sigo enamorado, no puedo apartar los ojos de tu fotografía. Y aunque nunca he estado mejor, al final te lo voy a agradecer, eras demasiado buena para ser real; y aquí, nuestro hijo ha muerto de desinterés, de inanición, de sed, y de estupidez. Te Amo dama oscura que te alimentas de mis neuronas ya atrofiadas de tanto internet.
 No me dejes, no destruyas lo que he construido a tu alrededor, dulce ángel que desgarras la mierda, que muerdes la mano que te ha alimenta, cruel tecnología de todos mis días, no dejes que el amor muera, que caiga la moneda, no muerdas el anzuelo en el que morirás sin sentirlo.

No miras a nadie tras de ti, pero te conozco, actuando con violencia solamente para que te miren. Cada noche típica, hermética, caricias de hierro, ¿por qué te asustas? Tu vida pende de un hilo muy fino, confuso y nervioso ante los intrusos. ¿Pretendes que te tome en serio?Tan sólo practico mi arte atípico en cualquier país, cualquier acera sin esferas. Pero, dime ¿por qué te duermes? Se te pasa la vida y ¿no lo entiendes?
Comercializando símbolos de paz y convirtiéndolos en logos de grandes empresas, ciclos vitales en espiral, educación que inspira desmotivación, tristeza y confusión en una sociedad de hombres perfectos, dueños del mando, mafias y magias absurdas, suicidios con el diablo en la saliva. Parricidas que ostentan grandes llaves y rostros amables.

Antoni Morales

Ala de ángel nocturno

¿De dónde proviene tu nombre? ¿Qué es lo que significa? Sólo sé que es capaz de horadar mis entrañas. Tú sin saberlo. No tiene caso que lo sepas. Menos hoy, que tu nombre de mil letras toma formas increíbles y me roba el sueño sin poder evitarlo.

Alguien más lleva tu nombre y no lo observo. Sólo distingo la forma en que su sonido se une con mis latidos y se aprovecha de esta llamarada que has dejado.

¿Antes de ti, qué había? Una mujer ocupaba tu estancia. Al pretender recordar su nombre, se diluye en el agua clara. Pero sigue apareciendo, lo sé; se niega a cerrar la puerta porque no posee más una llave y al cerrar se quedaría afuera.

Sé que es ella, su frío recorre mi espalda, quema la piel de mis dedos y se torna en un devastador incendio. Y luego de incinerarme, me suelta en las manos del tiempo, y sentada observa cómo reconstruyo, uno a uno, mis calcinados huesos.


Debe ser para ella un gran espectáculo, lo repite mes con mes, aún después de cuatro años. ¿Qué hay de ti? El frío en tu mirada apagó el fuego. En ti no surten efecto las brasas. Tú eres un ser de oscuridad y misterio que me rescata del silencioso proceso de muerte. Tu presencia deja huella en el entorno y basta una palabra tuya para resarcir cualquier herida.

martes, 27 de marzo de 2012

Espero encontrarte en el vacío.


Espero encontrarte en el vacío.

Sigo encontrando tu rostro desnudo en diferentes nombres. Es devastador permanecer con la falsa esperanza de hallar la sonrisa de tus labios en un centenar de cuerpos, incluido el tuyo que hace ya siglos no veía. Eres una enfermedad que calcina mis huesos.

Y no debo reprocharte nada... ¿Qué puedo decirte? ¿Puedo hablarte siquiera? No lo creo, es inútil hacerlo, no tiene caso mirarte, te has robado mis sueños de opio. Y en la hoguera de mi piel arden tus recuerdos, tan precisos como esta locura de estar amandote con cada sentido.

Qué pesada se torna la esperanza cuando no escuchas mis palabras. Y en la penumbra del mediodía de mi existencia, mis pasos huyen de la cordura y una vez más se empeñan en seguirte. Conozco de memoria tus huellas y la silueta de tu sombra, reconocen mis tímpanos el tono de tu voz y las yemas de mis dedos llevan tatuadas las llamas de tu ardiente piel.

Hoy le hago el amor a la muerte, a quien ansioso anhelo para ser libre de tu prisión. Pero su tibieza no me obsequia el sosiego pensado, sino otra llaga que transpira incesante tu nombre.
Incrédulo al murmullo del tiempo, hago hincapié a tus preguntas mientras el vértigo cubre mi pecho.


Qué implacables los meses de silencio y qué cruel realidad la que me envuelve, luego de saber que por tu lado hay nada, ni siquiera el eco de mi nombre. Y la Nada hace de mi cuerpo escombros, me transforma en un cascarón vacío, aturde mi consciencia y me lleva a un inmenso abismo cubierto de tu silencio sepulcral.

Bajo esta atmósfera me disfrazo de insomnio y se desdibuja mi sonrisa; mi yerto cráneo agoniza en vaivenes lastimeros. Cuchillos atraviezan mis sienes erosionadas por la intemperie de mil noches en vela tras tu puerta. Mis manos están resecas de tanto cavar en la hoquedad de mis costillas, mis desnudos labios que ya no pueden gritar las sílabas de tu sustantivo y que aguardan ser mutialdos por un beso tuyo.

Hoy soy parte de la lluvia de moscas fúnebres que orquestan tus latidos, soy roca erosionada por el golpeteo de tus olas, soy el repique de tu fiebre matinal que disloca la tranquilidad de tu aliento.
Eres rugido que incita a soportar inerte bajo la tempestad, a ser un ladrón de ilusiones y el motor de un sin fin de muertes.


Mi navío se ha quedado varado en el oleaje de tus caderas. La corriente se empeña en llevarme a tus pasos. Cada instante me aproxima a tu silueta perturbante.
Cierro los ojos y sigo observándote. Mis manos se estremecen por el miedo de estar
cerca de ti sin poder besarte; terrible es tu sonrisa molesta que me impide mirarte.

Me he convertido en aquello que fuiste hace un tiempo: un saqueador de sueños. Tantas noches te he llorado y hoy soy una lágrima de otras mejillas.
Hacer el amor es muy doloroso, deja marcas indelebles bajo la piel, en el centro de los huesos, provoca heridas profundas llenas de descomposición.


Recogeré el fruto de mis acciones, de las noches en vigilia esperando el regreso de la luna al dintel de mi ventana.
Besos esparcidos en el cielo nocturno de enero y una explosión que arrojó mis fragmentos al mar: muerte septembrina, vaso roto del que bebo tus besos de sal...
labios descarnados... bañados con cal.